Por: Soc. QUEA SANCHEZ FRITZ[1]
Hasta
principios del siglo XX, más del 80% de la población vivía en el campo. Allí
los campesinos vivían en un mundo tradicional, sometidos a la autoridad, al abuso
de los hacendados y aliados en condiciones de trabajo servil, esto ocurría por
que la población rural, en su mayoría no tenía instrucción educativa, porque lo
esencial del gamonal era dominar la mano de obra indígena.
Recordemos
a José Carlos Mariátegui, en su texto “7 Ensayos de interpretación de la
realidad peruana”, en el tema del problema del indio menciona que; "El
término gamonalismo no designa sólo una categoría social y económica: la de los
latifundistas o grandes propietarios. Designa todo un fenómeno" y el Mensaje
a la Nación del General Juan Velazco Alvarado con motivo de la promulgación de
la Ley de la Reforma Agraria, decía: “¡Campesino, el patrón ya no comerá más de
tu pobreza!”. Pensando en un proceso irreversible para sentar bases para la justicia
social y la participación real del pueblo en la riqueza y en el destino de la
patria. Sin
embargo, ahora, en pleno siglo XXI todos pensamos que esta realidad social
caótica se había acabado, pero no es así. Este tipo de dominación al estilo
gamonal, se enquistó en otras esferas de producción económica - social.
Ahí
encontramos el caso del Centro Poblado
La Rinconada, donde aún persiste esta precaria realidad social, de
explotación del hombre por el hombre, al estilo capitalista, donde prima el individualismo,
la plusvalía[2]
y acumulación de capital.
En las
contratas mineras y/o consorcios mineros, a excepción de algunas, los
trabajadores mineros prestan sus servicios sin ningún tipo de contratos, sin medios
de seguridad y lo peor, sin ningún tipo de beneficios como escolaridad, fiestas
patrias y navidad y sin acceso a capacitación en seguridad y salud en el
trabajo. Al fiel estilo de la época de los hacendados, donde el comunero era
visto como un objeto y no como seres humanos con pleno derecho, con sentimientos
y aspiraciones.
En la
época de la hacienda, el patrón directamente o en algunos casos, a través de
sus aliados (Rodeantes y capataces), sometían al campesino, mediante el
autoritarismo a relaciones de subordinación y servidumbre. Donde el campesino
tenía que cumplir si o si las órdenes del jefe, caso contrario eran despojados
de sus rebaños y sometidos a castigos de brindar servicios domésticos y generar
producción artesanal. Pero en cambio, ahora sigue ocurriendo casi similar en
las contratas mineras, donde el contratista actualmente llamados operadores
mineros, quienes obligan al personal administrativo como encargado general,
personal de producción, encargados de turno de perforación y limpieza a asistir
a los compromisos sociales (padrinazgos o alferados) del contratista, bajo la
amenaza de “bancazo”, o despido del trabajar por no cumplir órdenes. Esto no
solo queda ahí, sino, en las movilizaciones sociales (huelgas y paros), los
trabajares mineros en su mayoría son forzados a acatar las órdenes, y deben
cumplir para no ser despedidos de sus centros de trabajo, porque es el único
sustento económico para su familia. De la misma forma, en la época electoral
los contratistas obligan a sus trabajadores a participar en los mítines de apertura
y cierre de campaña.
En las
contratas mineras, el sistema de pago es el cachorreo[3],
donde un trabajador luego de varios meses de trabajo (una campaña) extrayendo
minerales en condiciones precarias recibe como recompensa, dos a más días
extrayendo mineral para sí mismo, internados dentro de la mina en condiciones efímeras,
algunas veces sin alimentación y descanso adecuado con el afán de encontrar
algún mineral. Sin embargo, sucede que el contratista o sus encargados generales
o administradores, calculan específicamente lugares (frentes) donde no hay
mineral para otorgarles su recompensa, y el lugar rentable lo guardan para el
dueño (contratista), o sino arguyen diciendo para la casa (gastos
administrativos o de operación). Dejando de esta forma la parte menos rentable para
el trabajador minero, lo peor, la recompensa se da aproximadamente cada dos o tres
meses, teniendo como ingreso promedio desde 200 soles a más para el trabajador
por cachorreo, pero algunas veces, los trabajadores solo recuperan los gastos
de operación mina o voladura, quedándose sin ingreso económico alguno. Lo cual,
no ayuda a que el ciudadano mejore su calidad de vida y bienestar social. Sin embrago, casi el integro de la producción
total llega a las arcas del contratista, una parte para los gastos operativos y
solo una ínfima cantidad para la recompensa de los trabajadores. Y lo
indignante es que la mayoría de los contratistas mineros, este dinero no
invierte en el pueblo donde extraen el mineral preciado, ya sea en Ananea o
Putina, sino en otros lugares y en cosas superfluas (fiestas), tampoco residen
ni eligen en dichos lugares. Generándose una desigualdad social, mientras los
dueños de las minas cuentan con carros último modelo, casas y propiedades en
las grandes ciudades, mientras el trabajador minero sigue en la pobreza y
extrema pobreza, esto se agudiza con la situación de que la mayoría de los
trabajadores mineros adquieren enfermedades pulmonares, enfermedades reumáticas,
enfermedad a las articulaciones y enfermedades relacionadas con la tensión
arterial, esto por trabajar en condiciones precarias en la Mina.
A esto
agregamos, que la cohesión social está muy debilitada, en vista que los
dirigentes que supuestamente representan a los trabajadores y pobladores del
C.P. La Rinconada no tienen legitimidad, porque solo están guiados por sus
intereses personales y buscan protagonismo político, más no el bienestar social
y económico del ciudadano.
Esta
situación se debe que la población del Centro Poblado La Rinconada aún vive en
una inconciencia social, por el resquebrajamiento de los lazos comunitarios y
cohesión social, y por la supremacía de lo económico frente a lo social y la
primacía del individualismo.
Es importante,
que en pleno siglo XXI, se acabe esta situación de deshumanidad y de trato
autoritario y de subordinación. El trabajador minero debe gozar de los
beneficios laborales, de los beneficios del boom de la minería, trabajar en
situaciones adecuadas, debe contar con los implementos de seguridad y salud y
tener pleno ejercicio de sus derechos como ciudadano. ¡Trabajador minero, el contratista,
los encargados generales y administradores ya no deben comer más de tu pobreza!,
¡La Mina es para quien la trabaja!
[1] Sociólogo, Estudios de maestría en Gestión Pública y Desarrollo
Local. Natural del distrito de Putina con 28 años de edad.
[2] Es la expresión monetaria del valor que el trabajador asalariado
crea por encima del valor de su fuerza de trabajo. Esto es, la expresión
monetaria del plustrabajo.
[3] El cachorreo (pago en especies mineralizadas) es considerado una
actividad de extracción de minerales informal, que no se encuadra en la
legislación laboral vigente, por su peculiaridad.
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