Cada intervención de desarrollo constituye una experiencia única, que cuenta con la participación de numerosos actores (algunos previstos en su diseño y otros tal vez no) y que tiene lugar en un contexto temporal, geográfico, socioeconómico, cultural e institucional específico. De esta experiencia singular deriva una oportunidad única de aprendizaje, una valiosa fuente de conocimiento empírico que se nutre de las vivencias positivas y negativas, individuales y colectivas, de cada una de las personas que han participado en ella.
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