María Cristina Mata
Hace alrededor de 15 años, uno de los más
lúcidos intelectuales argentinos, Sergio
Caletti, señalaba que una de las dificultades
para pensar críticamente las vinculaciones y
entrecruzamientos entre los fenómenos comunicacionales
y políticos era la naturalidad
misma de esos cruces aunada a la persistencia
de una “concepción en última instancia
técnica de la comunicación y la política”1
; es
decir, a la identificación de la comunicación
con estrategias de producción y diseminación
de mensajes y de la política con un aparato
o maquinaria social y, por consiguiente, como
institucionalidad regulada.
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