sábado, 27 de febrero de 2016

EMILIO O LA EDUCACIÓN Jean Jacques Rousseau

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Fijaos en un gato que entra por primera vez en una habitación: visita, observa, olfatea, no está ni un momento quieto, no se fía de nada hasta que lo ha visto y reconocido todo. De igual modo obra un niño que comienza a andar y que se introduce, por decirlo así, dentro el espacio del mundo. Toda la diferencia estriba en que la vista del niño y la del gato coinciden en observar las manos que le otorgó la naturaleza al primero v el sutil olfato con que dotó al segundo. Esta disposición bien o mal cultivada hace a los niños hábiles o ineptos, torpes o dispuestos, atolondrados o prudentes.
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