sábado, 14 de febrero de 2015

Bruno Latour: NUNCA FUIMOS MODERNOS Ensayo de antropología simétrica

La modernidad tiene tantos sentidos como pensadores o periodistas hay. No obstante, todas las definiciones designan de una u otra manera el paso del tiempo. Con el adjetivo moderno se designa un régimen nuevo, una aceleración, una ruptura, una revolución del tiempo. Cuando las palabras “moderno”, “modernización”, “modernidad” aparecen, definimos por contraste un pasado arcaico y estable. Además, la palabra siempre resulta proferida en el curso de una polémica, en una pelea donde hay ganadores y perdedores. Antiguos y modernos. “Moderno”, por lo tanto, es asimétrico dos veces: designa un quiebre en el pasaje regular del tiempo, y un combate en el que hay vencedores y vencidos. So hoy en día tantos contemporáneos vacilan en emplear ese adjetivo, si lo calificamos mediante preposiciones, es porque no nos sentimos tan seguros de mantener esa asimetría; ya no podemos designar la flecha irreversible del tiempo no atribuir un premio a los vencedores. En las innumerables pelas de los Antiguos y los Modernos, (…)
Los modernos, víctimas de su éxito
Si el aparato crítico de los modernos los volvía invencibles, ¿por qué vacilan hoy ante su destino? Si la eficacia de la costitución dependia justamente de su uscuira, ¿por qie puedo relacionarla ahora con su parte luminosa? Es preciso que el lazo entre los dos conjuntos de prácticas haya cambiado much para que yo pueda seguir las practicas de purificación y las de traduccion a la vez. Si no podemos ya adherir de buena gana a las tareas de las modernización, es preciso que algunos obstaculos imprevistos hayan trabado su mecabica. ¿Qué ocurrio que torna impensable el trabajo de purificación cuando, algunos años antes, lo que partecia absurdo o escandaloso era el despliegue de las redes?

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