La modernidad tiene tantos
sentidos como pensadores o periodistas hay. No obstante, todas las definiciones
designan de una u otra manera el paso del tiempo. Con el adjetivo moderno se
designa un régimen nuevo, una aceleración, una ruptura, una revolución del
tiempo. Cuando las palabras “moderno”, “modernización”, “modernidad” aparecen,
definimos por contraste un pasado arcaico y estable. Además, la palabra siempre
resulta proferida en el curso de una polémica, en una pelea donde hay ganadores
y perdedores. Antiguos y modernos. “Moderno”, por lo tanto, es asimétrico dos
veces: designa un quiebre en el pasaje regular del tiempo, y un combate en el
que hay vencedores y vencidos. So hoy en día tantos contemporáneos vacilan en
emplear ese adjetivo, si lo calificamos mediante preposiciones, es porque no
nos sentimos tan seguros de mantener esa asimetría; ya no podemos designar la
flecha irreversible del tiempo no atribuir un premio a los vencedores. En las
innumerables pelas de los Antiguos y los Modernos, (…)
Los
modernos, víctimas de su éxito
Si el aparato crítico de los modernos los volvía invencibles,
¿por qué vacilan hoy ante su destino? Si la eficacia de la costitución dependia
justamente de su uscuira, ¿por qie puedo relacionarla ahora con su parte
luminosa? Es preciso que el lazo entre los dos conjuntos de prácticas haya
cambiado much para que yo pueda seguir las practicas de purificación y las de
traduccion a la vez. Si no podemos ya adherir de buena gana a las tareas de las
modernización, es preciso que algunos obstaculos imprevistos hayan trabado su
mecabica. ¿Qué ocurrio que torna impensable el trabajo de purificación cuando,
algunos años antes, lo que partecia absurdo o escandaloso era el despliegue de
las redes?
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