viernes, 5 de noviembre de 2010

La etnoeducación y sus posibilidades en el contexto de las sociedades globalizadas

He encontrado un documento que viniendo desde la autoria del ingeniero Forestal Rodrigo Arce Rojas, siempre son un buen aporte al conocimiento y el debate a poder trabajar. por ello es que presentamos el documento en su integridad.



La etnoeducación y sus posibilidades en el contexto de las sociedades globalizadas


Por: Rodrigo Arce Rojas[1]

Resulta interesante conocer que el Convenio 169 de la OIT  se menciona que “los gobiernos deberán reconocer el derecho de esos pueblos a crear sus propias instituciones y medios de educación, siempre que tales instituciones satisfagan las normas mínimas establecidas por la autoridad competente en consulta con esos pueblos. Deberán facilitárseles recursos apropiados con tal fin” (Artículo 27). En esa misma dirección la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas señala que “los pueblos indígenas tienen derecho a establecer y controlar sus sistemas e instituciones docentes que impartan educación en sus propios idiomas, en consonancia con sus métodos culturales de enseñanza y aprendizaje” (Artículo 14).

Esto significa en la práctica las posibilidades concretas que los pueblos indígenas puedan desarrollar sus propios sistemas educativos, se entiende que en coordinación con las autoridades educativas. En Colombia ya existen experiencias al respecto y llaman a esta modalidad etnoeducación o educación propia. La etnoeducación se caracteriza porque está diseñada para afirmar los valores de la cultura local y a la vez tener una capacidad de interlocución e interacción positiva con otras culturas en un marco de mutuo respeto. En tal sentido no es estrictamente la Educación Bilingüe Intercultural sino una propuesta mucho más profunda porque llega hasta la autogestión indígena de los procesos de educación.

Seguramente muchos reaccionarán inmediatamente y cuestionarán su pertinencia en un mundo globalizado y altamente competitivo. Sin embargo, hay que tener presente que los pueblos indígenas y amazónicos, bajo el esquema actual de educación, son los que sufren el mayor nivel de exclusión de una educación de calidad en comparación con la población e indígena (Vásquez y colaboradores[2], 2009). Investigaciones realizadas sobre conservación de la agrobiodiversidad nativa también dan cuenta que la escuela tradicional es un factor que afecta la agrobiodiversidad en tanto introduce nuevos valores que subestiman los conocimientos y saberes tradicionales.

El hecho de no considerar apropiadamente los conocimientos y saberes tradicionales está produciendo que se pierda aceleradamente opciones alimentarias y medicinales e incluso modalidades de relaciones con los bosques que empiezan a ceder ante la seducción del modelo de desarrollo dominante. La calidad de la escuela tiene que ver entonces con el grado de valoración de la identidad y tiene repercusión en la conservación de la biodiversidad y de la cultura. De esta constatación se desprende la necesidad de debatir tanto entre los propios pueblos indígenas como en la sociedad la pertinencia de una propuesta de etnoeducación que afirmando la cultura sea a la vez liberadora y con capacidad de diálogo con la sociedad nacional.

Voces críticas, internas y externas, podrían afirmar que esta propuesta busca mantener a las poblaciones indígenas bajo condiciones de exclusión. Otros podrían señalar que la propuesta está dominada por el interés de los recursos genéticos, por la necesidad de conservar los bosques con fines de hacer frente al cambio climático o negarles las posibilidades legítimas de profesionalización de las y los jóvenes indígenas. Frente a las posturas críticas habría que señalar que una propuesta de etnoeducación no alude a un ensimismamiento cultural. Si bien es cierto se recogen tanto contenidos, prácticas y procedimientos de enseñanza aprendizaje propios de los pueblos indígenas la propuesta es que a partir de la reafirmación cultural y el fortalecimiento de la identidad se pueda poner a los jóvenes en mejores capacidades de diálogo y de interacción con otras culturas. En tal sentido plantea un enfoque positivo de interculturalidad en el que más allá de comunicarse lo que se busca es entenderse para contribuir a la cohesión social.

La etnoeducación no niega los aportes de la ciencia y la tecnología occidental pero las asume de manera crítica acorde con la pertinencia cultural. Tampoco niega todos los avances filosóficos y metodológicos de la educación pero las inscribe a la luz de sus propias necesidades y perspectivas. Por lo mismo, es una propuesta concordada con las autoridades educativas que no niegan ni reniegan su rol gestor sino que se predisponen a hacer de esta experiencia una oportunidad de enriquecimiento de posibilidades y modalidades educativas. Implica a su vez un rol activo de los padres de familia y las comunidades pues la etnoeducación no se reduce a espacios y horas de clase sino que la vida misma se convierte en escuela permanente.

En la búsqueda de opciones de equidad e inclusión social todas las alternativas que estén dirigidas a mejorar la calidad de los procesos educativos de los pueblos indígenas son importantes. Corresponde a los propios pueblos indígenas analizar la pertinencia y viabilidad de la propuesta.  Una propuesta de etnoeducación va más allá de exigir que las comunidades tengan mejores escuelas o más maestros calificados demanda una profunda responsabilidad en su diseño, gestión y su evaluación. Habrá que recoger las lecciones aprendidas del proceso colombiano, habrá que involucrar a las universidades indígenas del mundo y a los sabios de las propias comunidades y organizaciones. De repente la solución al problema educativo indígena está al interior de sus propios pueblos y los actores externos están para acompañar proactivamente este proceso.


[1] Ingeniero Forestal. rarcerojas@yahoo.es

[2]  Vásquez, Enrique; Chumpitaz, Annie; Jara, César. 2009. Niñez indígena y educación intercultural bilingüe. Estadísticas recientes, preguntas (i)resueltas y tareas pendientes. CARE PERU, Lima, 206 p.

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