jueves, 30 de julio de 2009

Discurso sin método

Por César Hildebrandt

El doctor Alan García promete que en el 2021, el año del bicentenario de la independencia, Perú será un país del primer mundo. Será un milagro pertenecer al ranking del primer mundo con presidentes del tercero, digo yo.

Después habla de un pueblo convocado que hará obras públicas sin intermediació n de autoridades ni burocracias. O sea, como lo trató de hacer Belaunde con su Cooperación Popular y las históricas placas donde se leía: “El pueblo lo hizo”.

Señala en seguida que gracias a él la pobreza ha bajado 14 puntos porcentuales: de 50 a 36 por ciento. Sólo Fujimori mentía con esta desfachatez. Las estimaciones más optimistas apuntan a una reducción real –metodología nueva y algo tramposa incluida- de cuatro puntos porcentuales.

Al rato demanda al ministro del Interior que use las armas de la policía “sin vacilación”. No lo satisface Bagua. Quiere más. Y en ningún momento del discurso lamenta la muerte de los 10 nativos. Reserva sus pesares sólo para los policías asesinados. Penas unilaterales de conservador converso.

Insiste, otra vez, en citar mal a Vallejo: “Pero hay, hermanos, muchísimo más que hacer”, dice con voz de recitador en el teatro Segura. Y no ha dicho que esté parafraseando. ¿Por qué le gustará manosear al pobre Vallejo?

Se jacta de que los teléfonos celulares ya no son los cinco millones que él encontró. “Ahora hay 20 millones”, se fascina. Como si ese no fuera el negocio leonino de Telefónica, Claro y Nextel.

Segundos más tarde, un gran hallazgo retórico: “Tuvimos errores”. Pero, oh desilusión, no señala cuáles. La autocrítica no le alcanza para tanto.

En seguida dice que parte de su misión es “salvar al Perú de la crisis mundial”. Pero en el mismo discurso dice que ya hay señales de que el mundo está saliendo de la crisis. ¿De qué nos salvará, entonces? ¿Por qué no nos salva de él mismo?

Con el cinismo en ristre afirma que la democracia requiere de “poderes independientes”. No alcanzo a distinguir si Luis Alva Castro, su seudónimo en el Congreso servil, lo mira con especial devoción en ese momento.

“Cualquiera puede movilizar a las turbas”, exclama indignado. Una turba de aplausos convenidos lo interrumpe.

“El modelo estatista y autoritario necesita controlar al parlamento”, reincide. Pero ya no parece cinismo sino alguna encefalopatía.

Anuncia que presentará el Código del Consumo y que una nueva cárcel en la selva espera a los corruptos. Pero no habla de la corrupción que invade su gobierno ni de la fiscalización que la puede evitar y que él, más bien, quiere debilitar para apurar el gasto.

“Haremos la Descentralizació n Popular No Burocrática”, persevera. Es que cuando se prometen idioteces nadie va a reclamar su no cumplimiento. ¿Se imaginan a alguien diciéndole dentro de once meses: ¡usted prometió la Descentralizació n Popular No Burocrática y no ha cumplido!?

Y a renglón seguido una frase que quedará para la historia del ridículo: “La mejor manera de dialogar es gastar...” Como si todo fuera un asunto de dinero. Como si el sentido de la dignidad no hubiese estado presente en las cóleras de Bagua y en las lejanías hostiles del sur andino.

“Tengo un pacto sagrado con los jóvenes”, afirma. ¿Ignora que la mayor parte de los secretarios regionales de la Juventud Aprista se han pronunciado en contra de la expulsión ignominiosa de Luis Alberto Salgado, castigado por decir que el Apra se ha apartado de su cauce?

¿Y su respuesta a la reforma del Estado? Parece una broma: “¡Los Núcleos Ejecutores de Jóvenes!” Cree que con cuadrillas de obreros provisionales que hagan escaleras y limpien acequias se arreglará el problema del Estado-botín, del Estado cuadrapléjico que complica las cosas y produce la más alta cuota de corrupción.

Cuando anuncia que en el 2010 el Perú deberá de crecer por encima del 6 por ciento, ya la cosa es digna de “Los chistosos”. Lo mismo que cuando se enorgullece del precio de la gasolina (aunque no dice que el barril del crudo ha bajado 80 dólares desde su pico de 145 y que a eso se debe la insuficiente reducción del precio del galón de combustible) .

Cual socio de Telefónica o amigo de Carlitos Slim (que lo es), se hincha para decir que hoy tenemos 772,000 conexiones de banda ancha.. Lo que no puede reconocer es que las tarifas que aquí se cobran son las más caras de la región.

Y otro anuncio: “Comenzará la derivación de Huascacocha” (para la Central de Huachipa). No dice cuándo ni cuánto cuesta ni en qué estado está el estudio. Llena las páginas de augurios coloridos como este: “Se completará la entrega de 292,000 computadoras entre escolares...”

Ya no es circense ni festivo cuando grita que “se ha capturado a 498 sospechosos de terrorismo”. No precisa cuántos de esos sospechosos tuvieron que ser liberados porque sus detenciones fueron brutales y arbitrarias.

Pero quizá lo peor del malhadado discurso ha sido aquello del Núcleo Básico de Defensa.

Ha sido de una absoluta irresponsabilidad histórica mentirle al Perú diciendo lo que no es y anunciando “terribles sorpresas” que sólo existen en la cabeza de Su Excelencia. Estamos desarmados frente a Chile. Dependemos del pacifismo de Chile, no del nuestro. Esa es la pura verdad.

Copenhague 2009: En busca del equilibrio

Por: Rodrigo Arce

Cuando se acuñó la frase desarrollo sostenible como el equilibrio perfecto entre las dimensiones ambientales, sociales y económicas parecía que la humanidad, por fin, había logrado la fórmula ideal para alcanzar el bienestar presente y futuro así como una comunión con la naturaleza. Aunque las dimensiones se han ido sofisticando, por ejemplo al incorporar las dimensiones culturales, institucionales, intelectuales, financieros o políticas, resulta de vital importancia analizar hasta qué medida el concepto ha contribuido a construir una visión deseable y posible.

Aunque en teoría bajo el concepto de desarrollo sostenible da un peso específico equitativo a cada dimensión en la práctica priman los componentes económicos y políticos. Es más, se diría que la lógica es asegurar primero lo económico para que todo lo demás se justifique. Entre todos los componentes se verifican alianzas fuertes entre lo político y lo económico. A veces nos queda la sensación que lo político se subordina a lo económico y en otras ocasiones lo político se funde en lo económico y ambos se hacen indistinguibles.

En todo este embrollo aparece un hermano menor que en la práctica queda siempre relegado. Nos referimos a lo técnico que queda subordinado a lo político y entendiblemente a su viabilidad económica. Pero el tema no queda ahí, sucede que a veces lo técnico intencionalmente se pone al servicio de lo político o de lo económico o queda relegado por su rebeldía al status quo. Pero lo técnico, también tiene sus cosas pues en ocasiones se resiste a convivir con su hermano político: el conocimiento local.

En todo este conflicto de poderes y de asimetrías reales, queda preguntarnos si el planteamiento de desarrollo sostenible es aséptico o es desarrollo sostenible con relación a un modelo civilizatorio. De lo que sabemos, vemos y sentimos el modelo civilizatorio actual no ha logrado el desarrollo sostenible. El boyante crecimiento económico de muchos países (aunque actualmente fuertemente golpeado) se ha realizado en detrimento del sistema atmosférico y el cambio climático es un indicador tangible que no ha habido tal desarrollo sostenible. Joan Martínez Alier está hablando incluso de la necesidad de decrecimiento sostenible de las economías de los países desarrollados.

Los países emergentes por su parte reclaman el derecho a su desarrollo y licencia para seguir aportando su cuota de emisiones de GEI aunque en pocos años algunos de estos países superarán en emisiones a los que actualmente son los mayores contaminantes. Lo curioso (¿o lo trágico?) es que todos ellos hablan del desarrollo sostenible.

Los países tienen una institucionalidad organizada en función a las variables del desarrollo sostenible. Pero habría que preguntarse: i) hasta qué punto se logra alcanzar el equilibrio entre las dimensiones del desarrollo sostenible, ii) hasta qué punto la promoción de inversiones privadas son compatibles con los objetivos sociales y ambientales, iii) hasta qué punto se logra equilibrar las políticas agrarias y de titulación de tierras con las políticas forestales, iv) hasta qué punto las políticas energéticas se armonizan con los factores sociales y ambientales. También habría que preguntarse si existe un marco legal coherente con el desarrollo sostenible, existe una institucionalidad coherente con ese marco legal y si existen las capacidades para hacer cumplir ordenada, transparente y equitativamente las normas.

Hablar de desarrollo sostenible pasa entonces por redefinir qué estamos entendiendo por desarrollo y si existen otras formas de expresión de bienestar humano y cósmico. De cara a la Cumbre Mundial de Cambio Climático en Copenhague en diciembre de este año (2009) habría que promover un amplio proceso de consulta y participación social para llevar una propuesta país consolidada y mejor aún si es que esta propuesta se construye en bloque de países. Frente a los efectos del cambio climático en todas las esferas de la vida en el planeta es importante definir cuál es el modelo de desarrollo que estamos asumiendo como país o si lo que estamos proponiendo como modelo es el más apropiado.

Las propuestas de justicia climática para que los países que más contribuyeron a generar el cambio climático asuman cabalmente sus compromisos pasa también porque nuestros propios países apuesten legítimamente por un (neo) desarrollo sostenible con expresiones de coherencia, de equilibrio, de justicia interna y de equidad intergeneracional. No podemos seguir devaluando el concepto de desarrollo sostenible. Se requiere consistencia entre la política, entre la palabra y la acción.

jueves, 23 de julio de 2009

Pueblos indígenas y la Cumbre Mundial de Cambio Climático en Copenhague

Por: Rodrigo Arce Rojas

En diciembre del 2009 se realizará la próxima cumbre mundial sobre cambio climático en Copenhague y existe expectativa general respecto a los acuerdos globales que se puedan alcanzar para hacer frente al cambio climático. Se espera que como resultado del encuentro se apruebe un sustituto del Protocolo de Kyoto que pueda promover un nuevo orden ambiental internacional. Los pueblos indígenas del mundo están fuertemente activos con la finalidad que su voz y sus propuestas puedan ser favorablemente recogidas en estas negociaciones.
De la revisión de las diferentes posiciones manifiestas en las declaraciones de reuniones indígenas sobre el tema de Reducción de Emisiones Derivadas de la Deforestación y Degradación de Bosques (REDD), uno de los puntos fuertes a discutir en Copenhague, se puede inferir que hay dos corrientes: Una corriente de rechazo al mecanismo, una corriente de aceptación del mecanismo en tanto se incorporen las propuestas indígenas y se mejore la efectividad de la distribución de los beneficios planteados.
La corriente de rechazo se sustenta fundamentalmente en el hecho que en la cosmovisión indígena la naturaleza no es motivo de comercio y por tanto los mecanismos de comercialización de emisiones de carbono no son éticamente aceptables. Además, argumentan los activistas, que los mecanismos actuales existentes de comercialización no están dando los resultados esperados y que esconde en el fondo la necesidad que los países desarrollados asuman su responsabilidad para enfrentar decidida y responsablemente la reducción de emisiones.
La otra corriente plantea la necesidad de contar con mejor información y conocimientos para mejorar su capacidad de negociación, reconocimiento de sus derechos consagrados internacionalmente - que corresponde a los países asumirlos, aplicarlos y respetarlos – y mecanismos efectivos para una distribución equitativa de beneficios. El incumplimiento de estas exigencias podría llevar a asumir la corriente de rechazo.
Las explicaciones sobre la posición indígena se sustentan en que es muy frecuente encontrar en las organizaciones indígenas nacionales e internacionales una desconfianza estructural hacia el Estado, hacia las organizaciones financieras internacionales, incluso hacia las ONG y hasta los propios profesionales. Los acercamientos e interacciones que se producen con estos actores llevan ya la tensión incorporada y las contradicciones que surgen llevan a que los representantes indígenas a un aislamiento y en algunos casos se producen la ruptura y el consecuente abandono de la relación.
Pero es el pasivo de la historia el que en el fondo marca esta profunda desconfianza. Entre los factores podemos señalar: Procesos simulados de consulta y participación, participación utilitarista, priorización de intereses económicos antes que los intereses de las comunidades, la reticencia al cumplimiento del derecho internacional sobre pueblos indígenas con argumentos de la carencia de reglamentación, entre otros. También es importante señalar la discusión no resuelta de territorialidad indígena. Los indígenas temen que nuevos mecanismos económicos de conservación de bosques en pie puedan eventualmente favorecer inversiones privadas y poner en peligro la integridad de sus territorios.
Un tema clave a resolver se refiere a los mecanismos de distribución de beneficios. Hasta ahora se ha hablado no de distribución económica directa a las comunidades sino de otros medios como fondos para invertir en proyectos agroforestales o de conservación, financiamiento para fortalecimiento organizacional o de capacidades. En este sentido rechazan la intermediación porque consideran que son otros actores los que más se beneficiarían con los incentivos REDD.
Es importante señalar, no obstante, que en las propuestas planteadas por los pueblos indígenas hay elementos comprobados y otros aparecen más bien como percepciones y temores. Reconocer esta situación debe llevar a un proceso fraterno y fecundo de diálogo entre pares. Información no para convencer sino para que los pueblos indígenas tengan los mejores elementos para tomar decisiones que correspondan a su cosmovisión pero que a su vez tengan capacidad de diálogo con los procesos nacionales e internacionales.
Superar la desconfianza no sólo se hace con discursos sino con elementos concretos que demuestren un verdadero espíritu de inclusión social y de respeto a sus derechos humanos. Mejorar los marcos legales e institucionales para genuinos procesos de consulta y participación se hacen necesarios. Se requiere además que de ambas partes se desarrolle una comunicación asertiva y con activa y efectiva capacidad de escucha. La propuesta REDD suena interesante como un nuevo mecanismo de conservación de bosques pero es necesario incorporar en la construcción de la propuesta nacional ante Copenhague a los pueblos indígenas y sus representantes para no repetir historias de desentendimiento.

Ingeniero Forestal. rarcerojas@yahoo.es
Consultor forestal y de facilitación de procesos sociales
998761315